Homenaje al Profesor Rojo - Andres Stisman


Desde muy joven Roberto Rojo abrazó su pasión por la filosofía. Su tarea docente e investigadora ha tenido algo especial.Un indicio cabal de ello es que en los artículos sobre su persona que se publicaron en una edición especial de la revista THEORIA, realizada en 2004 en su honor, la palabra “maestro” aparecía 18 veces
Ahora bien ¿qué hacía que Rojo sea un maestro? Comencemos diciendo que los intereses teóricos de Rojo, siempre volcados en la enseñanza, eran enormes. Ha dado innumerables cursos sobre los clásicos del pensamiento filosófico: Platón, Aristóteles, Descartes, Locke, Hume, Hegel, cuyas obras conocía cabalmente. Se había dedicado a la investigación en lógica, epistemología, filosofía de la matemática, argumentación, retórica, ética, política, pensamiento utópico, filosofía del lenguaje, etc. La pluralidad de temas que abordó no han sido un obstáculo para que sea a la vez profundo, claro, preciso y elegante. Su labor en nuestro medio ha sido extraordinaria. Ha traído constantemente las últimas novedades. Comienzo destacando el importantísimo avance que en su momento implicó el conocimiento de la lógica formal en Tucumán cuando principalmente se estudiaba lógica tradicional de corte aristotélico. Rojo impartió el primer curso de Epistemología y así se comenzó a saber de Bunge, Popper, Russell, en otros. Trajo la filosofía analítica a Tucumán en épocas en que corrían otros aires filosóficos. Gracias a él la comunidad filosófica local se familiarizó con innumerables apellidos, corrientes y conceptos: Wittgenstein, Rorty, Putnam, Kripke, pragmatismo, giro lingüístico, etc.
Otro aspecto a destacar era su mirada abierta y tolerante. Nadie podrá decir que se haya enquistado en una posición filosófica, cualquiera que sea, y que desde ella se haya atrincherado en nombre del dogma. Rojo rescataba de cada autor y vertiente filosófica lo que juzgaba valioso, encontraba puentes donde otros construyen trincheras de combate. En todo caso, en el debate filosófico, exigía y se exigía fundamentación.
Desde 2004, Roberto Rojo, ya acogido a los beneficios de la jubilación, siguió reuniéndose semanalmente con los integrantes del Círculo, para trabajar sobre la filosofía de Wittgenstein y otras temas. Y lo hizo con un absoluto desinterés y una generosidad sin límites. Durante estos años los lazos tejidos con él han trascendido ampliamente los académicos, me consta no sólo del afecto recíproco sino también de la preocupación que tenía por los derroteros profesionales, intelectuales y humanos de cada uno de nosotros.
En sus últimos días de internación, con un libro sobre Wittgenstein a su lado pedía insistentemente a su familia volver a su casa, debía acabar la conferencia inaugural de este evento. Quizás, podamos encontrar las razones de esta actitud en sus propias palabras evocadas por Lucía Piossek Prebisch: “¿Usted sabe que he comprobado algo…?: que uno no hace lo que ama sino que ama lo que hace”
En nombre de mis compañeros y el mío propio vaya nuestra gratitud y amor por siempre al Profesor Rojo.

1 comentario:

Antonio Ramirez-Victorio dijo...

De hecho, una lamentable pérdida. No sólo para los wittgensteinianos, sino para la cultura hispanohablante dedicada a las Letras en general.